Le hemos visto de todas las formas, trabajos y colores. Desempeñando distintas tareas a lo largo de una historia que se ha dilatado durante los últimos veinte años para ofrecer a la comunidad de seguidores innumerables horas de diversión, ternura y entretenimiento. Hay pocos jugadores que no hayan disfrutado del concepto tradicional plataformero que puso de relieve este fontanero de profesión, rescata-princesas-en-apuros en los ratos libres, o al menos eso es lo que lleva a pensar el hecho de ser el superhéroe que más copias ha vendido a lo largo de su vida. Se han vertido ríos de tinta sobre su creador, sobre las consolas que ha estrenado, y sus apariciones se suelen saldar con valoraciones sobresalientes (o de galaxias lejanas), a las que pocos son capaces de resistirse. No le ha faltado de nada, aunque el plato fuerte que le ha llevado a la gloria nunca ha podido ser compartido por más de un jugador al unísono.
Mario es una estrella, uno de los pocos iconos reales que representan a la industria de los videojuegos a nivel mundial. Es el clásico personaje que todo el mundo conoce, la mascota de una compañía mítica donde las haya, puede que la más grande que haya conocido el sector históricamente. Su papel es fundamental en los tiempos que corren, ahora que se ha puesto de moda un estilo de juego diametralmente opuesto a la propuesta que Nintendo viene ofreciendo recientemente. Después de vivir una aventura original, innovadora y apasionante como fue Mario Galaxy (sin olvidar el notable Paper Mario o su aparición Olímpica acompañado de Sonic), a Shigeru Miyamoto se le planteaba una cuestión bastante compleja, difícil de dilucidar. Nos ponemos un momento en su piel e imaginamos; Ahora que he creado una obra maestra, ¿qué debería hacer a continuación?

Miyamoto no sería fiel a su estilo si se desprendiese de su sentido del humor, como tampoco lo sería su mascota por antonomasia. No sería nadie sin sus amigos, esos a los que ha tenido que salvar en un centenar de ocasiones, ni tampoco sin sus enemigos acérrimos, esos cuya vida no tendría sentido alguno sin un héroe que les hiciese la vida imposible. Pero, sobre todas las cosas, hay una parte fundamental en esta ecuación sin la cual nada de lo anteriormente expuesto podría cobrar vida: los jugadores. A ellos va dedicado un New Super Mario Bros (que pasaremos a denominar NSMBW a partir de ahora) que lleva dos años en la incubadora. La solución a los temores de Miyamoto estaba en la propia comunidad de aficionados.

Viejos conocidos
Ellos querían disfrutar de la fórmula tradicional sin tener que negarse a las bondades de Wii, a su control sensorial, a la revolución que supuso hace unos años. Y qué mejor manera de garantizar la creación de un título fiel al estilo de la franquicia que retomando un estilo de juego que triunfaba como pocos lo han hecho en el mercado japonés, convirtiéndose así en uno de los cartuchos más vendidos de Nintendo DS. Casi sin quererlo, según lo que comenta el creativo, se le ocurrió la idea de volver a trabajar con sus héroes favoritos con la única propuesta de salvar a la princesa Peach, que ha sido raptada por enésima vez en su castillo por las malvadas fuerzas de Bowser, o más concretamente de su descendiente, Bowsy. Pese a su tamaño ha heredado las señas características de su padre: mal humor, un caparazón repleto de pinchos y un amor incomprensible hacia la princesa del Reino vecino.

Así se pondría la primera piedra que daría el pistoletazo de salida a la creación de una obra de las que merecen el calificativo de atemporal, tan simple como sencilla, tan humilde como efectiva a la hora de cumplir el único objetivo que se propone: divertir a todo aquel que se siente ante la pantalla del televisor. NSMBW centra su atención en las posibilidades multijugador, sin dejar de lado la opción de disputar la aventura de siempre, ya sea en solitario o con otros tres amigos que colaboran con nosotros durante la partida. Da igual cuál sea la elección definitiva por la que optemos: Mario vuelve a la actualidad con reminiscencias de dos de sus obras más importantes, Super Mario World y la más reciente New Super Mario Bros en DS. Ha cambiado ligeramente el aspecto gráfico, puede que también la jugabilidad, pero de una cosa podemos estar seguros: no se aleja ni por un segundo de la guía de estilo que su creador instauró hace dos décadas.