Quantic Dream, con David Cage a la cabeza, han llevado a cabo desde hace unos años un trabajo muy arriesgado. Si bien su anterior título “Fahrenheit” ha sido uno de los títulos más singulares de la anterior generación (su planteamiento y desarrollo era realmente interesante hasta la parte final, donde unas decisiones en la jugabilidad y en la línea argumental lo alejaban extrañamente en gran medida de sus señas de identidad), éste no acabó de cuajar entre los usuarios. La temática y el planteamiento eran muy interesantes globalmente hablando, pero se fue perdiendo según avanzaba la aventura. Con todo, se veía que la compañía desarrolladora poseía imaginación, ganas, una visión del videojuego muy de película, y esa experiencia en PS2 y Xbox les podría valer de mucho para su siguiente desarrollo.
Heavy Rain es ese objetivo. Después de todo lo que hemos visto desde hace unos años con un trailer misterioso donde se realizaba un casting a una actriz, en una escena dramática y con gran carga de tensión, se podía perfilar a grandes rasgos por dónde iría el estilo visual del juego. Ahí pudimos ver por primera vez el motor gráfico que estaban preparando, cómo se mostraba en pantalla el punto clave que buscaban: las reacciones humanas y cómo afectan a sus acciones. Con mucho tiempo por delante para su desarrollo, esos primeros minutos mostraban gran potencial para lograr un juego realmente cinematográfico a nivel visual, y con un trabajo inteligente en cuanto al guión y mecánica de juego podría salir algo realmente grande..

Después se fue sabiendo más sobre la temática del juego, los personajes principales y la mecánica de juego. Heavy Rain se iba abriendo al público, como un globo sonda para examinar la reacción de la gente ante las primeras escenas ingame donde se podía ver la jugabilidad. Frases a favor y en contra del juego, ideas del director del título en cuanto a su intención, en cuanto a la experiencia que supondría Heavy Rain para el usuario, lo que se pretendía y lo que se podría lograr aún. Argumentalmente, estábamos ante un juego que bebía claramente de películas como “El silencio de los corderos”, “Seven” o “Zodiac” por su temática, su planteamiento, su visión pesimista del ser humano y el aspecto visual cargado de suciedad, de escenarios opresivos, de oscuridad y de decadencia.

El asesino del Origami lleva meses aterrorizando a la población. Ha matado ya a ocho personas, todos niños, cuyos cuerpos aparecen a los 4-5 días de su secuestro con una figura de origami y una orquídea. Los padres ya no dejan a los niños salir a jugar solos al parque, tienen miedo de lo que pueda pasar. Mientras, la policía se encuentra perdida porque no sabe por qué camino llevar la investigación. No hay pruebas, no hay pistas, no hay una luz al final del túnel hacia donde ir. En ese mismo momento, en otro lugar, Shaun Mars desaparece mientras está con su padre, Ethan, y éste comienza una intensa y desenfrenada búsqueda antes de que, como sospecha, sea una nueva víctima de ese demente. Paralelamente, el agente especial del FBI Norman Jayden y el investigador privado Scott Shelby también intentarán encontrar al asesino. Asimismo, se verá envuelta en la búsqueda la periodista Madison Paige, aunque en principio de forma indirecta.

Hay cuatro días para encontrar a Shaun antes de que éste pase a engrosar la lista de víctimas del asesino del Origami. La lluvia será otro personaje más en la aventura, de un modo que nadie se imagina. Un juego diferente, que exige un cambio de actitud drástico ante una jugabilidad única, una forma de ver el videojuego que no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados en esta generación. ¿Angel o diablo? Heavy Rain encenderá opiniones a favor y en contra, nadie se quedará indiferente. Con todo, sea para bien o para mal, hay que aplaudir a Quantic Dream la valentía por presentar algo que se sale de los cánones establecidos en esta generación, que lucha por ser una nueva puerta que los usuarios puedan abrir para adentrarse en otras experiencias. La lluvia se lleva todo por delante. Quizás para siempre...
